Junto
a los verdes Valles Pasiegos
En
San Pedro del Romeral
Nació mi bisabuelo Juan
Juan
Cobo Ruiz...
Toda
su descendencia
Siente los aromas de allí.
De
las tierras de Llerana
La
bisabuela Joaquina
Parió
siete pasieguitas
María, Ángel, Concha,
Diego, Cosme, Antonia,
Y
la pequeña Carmina.
Bajaron
de las más bellas.
Entre quesos cuévanos potes.
En
la tierruca les llamaban
Los
centellas.
En
Castro-Urdiales
Trocaron
el mote.
El
pasiegu*(1) Juan Cobo Ruiz
Lucía
enormes bigotes.
Tenía
la fuerza de un oso.
Por
esa notoria virtud
En
vez de “Centella”
“Oso”.
Moraban mis bisabuelos
En
el centro de la ciudad.
Tenían
un puestecito
Barquillos…chufas…caramelos…
Eran el corazón...
¡De
nuestra calle La Mar!
Y
toda la chavalada.
Por
chufla y por chinchar.
Le
cantaban de esta guisa
Para
correr…
Esconderse…
Y
volar…
El/
oso/ fue/ a/ la/ montaña/
El/
oso/ fue/ a/ la/ montaña/
El/
oso/ fue/ a/ la/ montaña/
Y/
no/ podía/ cazar/
Cazó/
un/ oso/ con/ bigotes/
Cazó/
un/ oso/ con/ bigotes/
Cazó/
un/ oso/ con/ bigotes/
Que/
vive/ en/ la/ calle/ La/ Mar/
Tiene
gracia y fundamento.
Mucho de
Pasieguería...
¡No
soy *(2) la Osa de
Andara
Nacida
soy en ésta Villa!
Y
allá por donde voy llevo
Los
orígenes de mi vida.
Durante
años estuve buscando mis raíces pasiegas. La vida, pero, me tenía demasiado
entretenida. Preguntaba a los más cercanos…Una
piececita muy aprovechadita sabía donde estaban. Ya sabes, Wa, hay gente
que, por dar, no da ni los buenos días…
Sí,
Watson, sí. No me preguntes el porqué, no lo sé. Desde que regresé del Brasil
he ido recopilando mis origines maternos
y paternos. Y te voy a contar parte de
las vivencias, del reencuentro, con la esencia vital de la Pasieguería. Lo cuento tal como sucedió.
Guardaba
en el baúl de mis recuerdos… Sutiles, bisbiseos en /u/, vestiducus, puntillucas. Olores y sabores…La Aparecida, Los Milagros
y mi abuelo, Ángel, reunido con los parientes. Los abrazos. Las caricias. Los
parecidos. Las añoranzas… y el calor de la reunión familiar. El abuelo cantando
y los más de mil besos y abrazos que recibía, yo, para dicha y sorpresa mía.
Wa, no
tenía ni nombres ni apellidos de referencia… Sólo sabía que éramos
oriundos de los Valles Pasiegos y que el apellido Cobo, procede de Jacobo.
Un
verano, Watson, se me presentó, Rosa, la mujer Quico, hijo de mi tía Blanca, la
que vivía en Cataluña. No la conocía. Nada más meternos en conversación…Y era
como si hubiéramos estado, siempre, en contacto. Sencilla. Inteligente.
Directa. Me reconfortó el hallazgo y bendije la suerte de tenerla como prima.
Pensé…Quico, Churri y, yo, éramos uña y carne, en el palomar de la calle
General Sanjurjo…Y, ahora, Rosa…
¡Pues
mira por donde, Watson! Rosa y Quico,
también, estaban buscando a nuestros pasiegos. Ellos tenían el nombre y el
pueblo de un familiar. ¡Qué suerte!, pensé. Era verano. Estaban de
vacaciones en Castro-Urdiales y, yo,
tenía unos días libres. Nos pusimos de acuerdo. Iríamos juntos a la
recuperación del eslabón perdido. A mí, me venía de perlas porque aunque tengo
el permiso de conducir, hace más de cuarenta años, entre lo que gastaba, en
gasolina, manutención, pago de impuestos y de aparcamientos y la sensación de estar atada y de no poder
disfrutar del paisaje… vendí el coche… y… ¡Catalí que te vi!
Localizamos
a familiares de los antepasados. Nos dijeron que, la persona por quién
preguntábamos, estaba pasando unos días,
en el balneario de Caldas de Onis. Como los primos tenían que regresar, a
Cataluña, tomamos la decisión de acercarnos al balneario. ¡Fuimos a la buena
aventura! Durante el trayecto los acostumbrados recuerdos. Y… Quico ¿te
acuerdas cuando la abuela, Flora, te
ponía el pan con tomate? Sí, a ti también…
Llegamos
al balneario y la parienta no estaba. Creo que han ido a una excursión, nos
dijeron. Y que vienen para dormir… no sabemos cuando…Bueno, qué se le va a
hacer… ¡Otra vez será!
Cuando
estábamos cogiendo el dos y tirando para Castro-Urdiales, sale una de las
personas que estaba en la recepción y nos dice, señalando a los autobuses que estaban entrando…Me
parece que puede que los tengáis aquí.
Pero,
nosotros, no teníamos ni idea de su aspecto. Se vaciaron los autobuses. Era un numero bastante
significante como para poderlos encontrar…Vamos a preguntar a los
excursionistas…sabemos el nombre y el apellido…el no, ya le tenemos…
De
pronto miro… Y a lo lejos… Entre, un montón de gente…Una chispa…una corriente
eléctrica… un no sé que…una absoluta certeza… ¡Rosa, Quico, aquella, la que
está de espalda es nuestra prima! Me entregué a la esencia del ser. Ni por un minuto
dudé. Me acerqué y…poniendo,
suavemente, mi mano sobre su espalda pregunté… ¿Es usted Eusebia Cobo? Se giró.
Me miró de arriba abajo. Nuestros ojos se encontraron, en la profundidad de los
tiempos y nos entregamos, en un abrazo
eterno. Rosa y Quico estaban que no cabían, en sí, de alegría ¡Por fin lo
habíamos logrado! ¡Qué contenta se va a poner mi suegra, repetía Rosa!
Después,
vinieron las presentaciones. Yo, soy Eusebia Cobo Gutiérrez, hija de Aurelio
Cobo Ruiz, el hermano, pequeño, de vuestro bisabuelo, Juan Cobo Ruiz. ¡Qué
felicidad! Nosotros, somos Francisco Bordas Cobo y Rosa Planas Vallejo, el hijo y la la nuera de Blanca Cobo Hernández, hija de
Ángel Cobo Pérez, hijo de Juan Cobo Ruiz… Yo, soy María Evangelina Cobo
Zaballa, hija de *(3) Pedro Ángel Cobo Hernández, hijo de Ángel Cobo Pérez, hijo de
Juan Cobo Ruiz….
Entonces,
supe que, mi bisabuelo, Juan Cobo Ruiz, era el primero de mi tronco. Y el padre de Eusebia Cobo Gutiérrez, Aurelio Cobo
Ruiz, era el más pequeño…Eso es, dijo Eusebia… nacidos en San Pedro del
Romeral -Seguramente, por eso el primer
nombre de mi padre era Pedro. Pedro Ángel- ¿Y mi bisabuela, Joaquina Pérez, de qué pueblo era? De
Llerana, contestó Eusebia…
Nos
pusimos al corriente de lo que pudimos y
el calor de la sangre desbordó todos los
supuestos. Eusebia Cobo Gutiérrez, nos presentó a su marido, Gonzalo Ruiz Ortiz
y nos dijo el nombre de sus dos hijos, Miguel Ángel y Rosalía Pilar Ruiz Cobo.
Supimos que vivían, en Los Llanos de Penagos. La tierra surcada por
el río la Gozadera
y donde se encuentra el puente de Búmbaro.
Prometimos juntarnos, en Castro-Urdiales. Y así sucedió.
Nos
reunimos, en la
Plazuela. Estábamos las diferentes ramas de la estirpe pasiega. Nos abrazamos. Nos
besamos y nos tocábamos. Igualito, igualito a los recuerdos de infancia. El
mismo brillo, en los ojos. Las mismas sonrisas. En una palabra, el bullir del aura de los antepasados amados. Mi bisabuelo, Juan, estaba allí. Allí estaba el abuelo,
Ángel, las tías Antonia, Concha, María, Carmina, los tíos, Diego, Cosme. No me lo puedo creer pensaba… ¡como en la Aparecida! ¡Los Remedios! ¡Los Milagros!
En
aquel entrañable reencuentro nos enteramos que del tronco, Cobo Ruiz, nacieron varias ramas… Juan, Carmen, Ángel,
José, Miguel…y Aurelio.
El
hermano pequeño, de mi bisabuelo, Aurelio Cobo Ruiz, tuvo doce hijos. Sara, Dora, Manuel, José
María, Amalia, Tomás, Carmen, Andrés, Natividad, Rosario Eusebia y Fermin Cobo
Gutiérrez. De las hijas, Eusebia era la más pequeña. Pequeña de edad, pero, de altura tan alta como yo. No pudieron venir todos…
Eusebia
Cobo Gutiérrez, vino acompañada del marido, Gonzalo Ruiz Ortiz y de su hijo Miguel Ángel. También vinieron Amalia,
Rosario, Dora y descendientes de los mismos. Sabes, Wa, una de las hijas de la
prima, Amalia, escribe versos. Desde los tatarabuelos los nombres se
repiten…Juan…Ángel…Miguel…Carmen… Según los parecidos, Amalia y Rosario tenían
un aire a mis tías, Concha y Antonia.
Fermín, se parecía a mi padre. Y decían
los familiares, que yo, me parecía
a Dora. Si vieras, Wa, las fotos de Dora, cuando era joven…
¡Increíble, Dora, era mi prima tercera!
Fue un reencuentro indescriptible.
Estábamos sobre pasados por los parecidos y las coincidencias. Asombrados... Se notaba esa complicidad…esa pertenencia…Esa
satisfacción interna, reconfortante, inexplicable.
¡Éramos
los Cobo! Pasiegus. Mecidos al regazo de
los ríos Miera, Pisueña y Pas. Oreados entre los valles de San Pedro del
Romeral, San Roque de Riomiera y la
Vega de Pas. Amantes
de la Colegiata Románica
de Santa Cruz de Castañeda, Santa María de Cayón, San Miguel de Monte Carceña.
¡Éramos
los Cobo! De la tierruca de Enrique Diego-Madrazo y Azcona, de Jesús Ibáñez
Alonso. De la Cueva
de la Pasiega,
Cueva de las Monedas y del Riu Verde. De rojinas, cuévanos, palancus, quesadas
y sobaus. Trabajadores de luz a luz y
fieles devotos de la Virgen
de Valvanuz.
¡Éramos
los Cobo! Sí, Watson, sí, los Cobo…Los
presentes y los ausentes. Nos parecíamos. Nos identificábamos. No podíamos negar nuestra procedencia. Nuestra
casta. Nuestro ancestral origen.
* (1) El habla: las vocales finales son cerradas. Tres fonemas
finales: /i/, /u/, a/
* (2) Mitología Cántabra.
* (3) Ángel Cobo Hernández
Para, mis queridos primos, Eusebia Cobo Gutiérrez y Gonzalo Ruiz Ortiz y toda la familia pasiega. Con cariño,
María
Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales (Cantabria)