sábado, 19 de abril de 2014

JESÚS ALBO GAINZA



Fotografía de: María Evangelina Cobo Zaballa

Jesús vestido de azul
Con escamas en las botas
Arremangaba la camisa
Para escoger las hojas.

Las cajas ya enlistadas
Las de plátano en el fondo
Los *(1) jibiones enfilados
De fresco hielo sembrados.


Con “cuidadin… potrosin”
Que son para Fermín Pardo…
¡Como si son para el obispo!
Angelín…
¡Ni comulgo ni consagro!

Mejor haríamos rimar
Antes de despotricar.
Don Alfredo tiene…
Un pompón…
Pon.

El resbalón…
Nos sabe a poco.
El mejor amigo del Oso…
Jesús Albo Gaínza.
¡El Potroso!

Como andas muy curioso…entramos en conocimiento de quién era El Potroso…
¡Vamos! anda ligera y no te enrolles. Que aún nos falta baldear.
Muchas familias castreñas son portadoras de  títulos nobiliarios. Ninguno exento de historia y pedigrí.
“Potroso”, es la herencia de una noble y conocida familia del lugar. Generación tras generación, sus herederos son conocidos y nombrados con la correspondiente distinción.
Watson, sabes hasta la saciedad que a mi familia, paterna, en Castro-Urdiales se les conoce por, Los Osos…A Jesús Albo Gainza, se le conocía por Jesús, El Potroso. Nuestros descendientes son reconocidos como, Potrosos y Osos.
Era, Jesús Albo Gaínza, el amigo íntimo de mi padre y como él, en sus ratos libres, rapsoda. Escribía, rimas, pensamientos, cavilaciones y enfados. Contaba mi padre  que cuando dejó de trabajar, en la fábrica de Vargas, se puso a vender pescado a los mayoristas de Bilbao. Entonces, comerciaba con Fermín Pardo. Según mi padre, Jesús Albo Gaínza, le ayudó ¡no veas, Watson, cuanto!
Le reservaba los mejores jibiones. Y para que llegasen a su destino más frescos que ninguno, Jesús, El Potroso, acarreaba con la preparación de las cajas  y del hielo. En aquellos duros tiempos, la conservación de las mercancías perecederas era un verdadero arte de ingenio y astucia. Cajas de madera bien secas. Hojas de plátanos o de helechos. Unas cuantas paladas de hielo…Y, en el mejor de los casos, a correr la carretera…Toda esta muestra de amistad, trabajo y economía sostenible se daban cita, en la Plazuela, frente al número seis, al socaire y entre los árboles que les proporcionaban la manutención del fresco.
La amistad entre mi padre y Jesús Albo Gaínza atravesó el Atlántico y se mantuvo hasta el día de su muerte. Las cartas y fotos de los, entrañables, amigos estuvieron bien guardaditas.  Las inundaciones sufridas han hecho estragos. Es una pérdida irreparable, pero, para la eternidad se recordará las frases que los dos amigos y poetas se decían,
“El mejor amigo del Oso….Jesús, El Potroso”
“El más poderoso… Angelín, El Oso y Jesús, El Potroso”


*(1) Calamar, chipirón, 


María Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales   (Cantabria)