Fotografía de:
María Evangelina Cobo Zaballa
Jesús
vestido de azul
Con
escamas en las botas
Arremangaba
la camisa
Para escoger las hojas.
Las
cajas ya enlistadas
Las
de plátano en el fondo
Los *(1) jibiones enfilados
De
fresco hielo sembrados.
Con
“cuidadin… potrosin”
Que
son para Fermín Pardo…
¡Como
si son para el obispo!
Angelín…
¡Ni
comulgo ni consagro!
Mejor
haríamos rimar
Antes
de despotricar.
Don
Alfredo tiene…
Un
pompón…
Pon.
El
resbalón…
Nos
sabe a poco.
El
mejor amigo del Oso…
Jesús
Albo Gaínza.
¡El Potroso!
Como
andas muy curioso…entramos en conocimiento de quién era El Potroso…
¡Vamos!
anda ligera y no te enrolles. Que aún nos falta baldear.
Muchas
familias castreñas son portadoras de títulos
nobiliarios. Ninguno exento de historia y pedigrí.
“Potroso”,
es la herencia de una noble y conocida familia del lugar. Generación tras
generación, sus herederos son conocidos y nombrados con la correspondiente
distinción.
Watson,
sabes hasta la saciedad que a mi familia, paterna, en Castro-Urdiales se les
conoce por, Los Osos…A Jesús Albo Gainza, se le conocía por Jesús, El Potroso.
Nuestros descendientes son reconocidos como, Potrosos y Osos.
Era, Jesús Albo Gaínza, el amigo íntimo de mi padre y como él, en
sus ratos libres, rapsoda. Escribía,
rimas, pensamientos, cavilaciones y enfados. Contaba mi padre que cuando dejó de trabajar, en la fábrica de
Vargas, se puso a vender pescado a los mayoristas de Bilbao. Entonces,
comerciaba con Fermín Pardo. Según mi padre, Jesús Albo Gaínza, le ayudó ¡no
veas, Watson, cuanto!
Le
reservaba los mejores jibiones. Y para que llegasen a su destino más frescos
que ninguno, Jesús, El Potroso, acarreaba con la preparación de las cajas y del hielo. En aquellos duros tiempos, la
conservación de las mercancías perecederas era un verdadero arte de ingenio y
astucia. Cajas de madera bien secas. Hojas de plátanos o de helechos. Unas
cuantas paladas de hielo…Y, en el mejor de los casos, a correr la carretera…Toda
esta muestra de amistad, trabajo y economía sostenible se daban cita, en la Plazuela , frente al
número seis, al socaire y entre los árboles que les proporcionaban la
manutención del fresco.
La
amistad entre mi padre y Jesús Albo Gaínza atravesó el Atlántico y se mantuvo
hasta el día de su muerte. Las cartas y fotos de los, entrañables, amigos estuvieron
bien guardaditas. Las inundaciones
sufridas han hecho estragos. Es una pérdida irreparable, pero, para la
eternidad se recordará las frases que los dos amigos y poetas se decían,
“El
mejor amigo del Oso….Jesús, El Potroso”
“El
más poderoso… Angelín, El Oso y Jesús, El Potroso”
*(1) Calamar, chipirón,
María
Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales (Cantabria)