Madrid
seis de la mañana. Del autobús a la cafetería, de la cafetería al locutorio,
del locutorio a información y de información ¡a la ratonera!
¿A
la ratonera?
Sí,
Watson, a la ratonera... Y, cómo topo de pueblo, más que ciega y desbordada por
la masa que -suben estrujen y bajen- en
marcha, se colocaban bajo el socorrido control del piloto mental. Me dejé orientar por los
usuarios del metro y las indicaciones del mismo. Y, sin contratiempos, llegué a
los lugares elegidos. ¡Menos mal que, en cruciales circunstancias, me tomo los
obstáculos como una nueva oportunidad! Pero, aquí, entre nosotros, Wa… Cuando
terminé y los días siguientes, al levantarme parecía haber estado en interminable
tiovivo. Para más volteretas, el poco tiempo que permanecía en la superficie,
los monumentos, los parques, las plazas, las gentes, me tenían arremolinada.
Que si la Cibeles …La Puerta de Alcalá…La Gran Vía …El Retiro…y por
las esquinas emigrantes y puestos de flores, rosas, claveles, nardos...https://www.youtube.com/watch?v=bz0Mk-ZSH7c Y,
yo, con las puñetas a cuesta…
¡Más
puñetas que tú han tenido que tragar los familiares! ¡Y ahí les tienes! Teresa
Álvarez, a sus noventa y tres años y Faustina Romeral, con noventa, celebrando la Fiesta de Felicidad…
Espero
no tener que esperar hasta los noventa, Wa…Como te iba contando… Después de
informarme, recorrí los sitios oficiales
que me habían indicado. A todo esto, había dejado Castro-Urdiales lloviendo y
me pateé la soleada capital de España, cual acalorado y revenido cromo, en
traje chaqueta, chamarra y con paraguas. En
Madrid hice lo que pude. No hubo tiempo para entrar en mi corre. No conseguí
saber noticias de la jueza María Servini. Llamé a la prensa y no supieron
informarme. Resumidas cuentas. Realicé la denuncia. -Curiosamente, antes de
entrar, en el recinto oficial, me retuvieron la cámara de fotos, pero, no el
móvil… En el ambiente madrileño percibí,
un no sé qué de chicha calma. La misma sensación que me ocurre, desde muy
chica, cuando va a suceder algo importante- El autobús de regreso salía a las cinco y
media de la tarde. Me faltaba cumplir la promesa…no sabía si podría realizarla.
Eran las cuatro y media y tenía que estar en Las Américas a las cinco y media. En el metro, gracias a
la pronta atención y disposición de un guardia de seguridad, pude desplazarme a
la estación de Atocha sin dar más vueltas. El monumento, a las victimas del 11M, estaba
cerrado, abría a las cinco. Me conformé con estar delante y recordar a los
muertos. No pude reprimir las lágrimas. Brotaron silenciosas, amargas. Un inesperado
escalofrío atravesó mi interior. Aún, estaba en la ratonera. Me había pasado
buena parte de la mañana de oca, en oca, en aquel laberinto abarrotado de gente, números,
flechas, escaleras, pasadizos...-suben-estrujen-bajen. En una ráfaga sentí, escuché y presencie, el
terror del fin del mundo. No había tiempo. Si no hacía el mismo recorrido perdía autobús y billete. Te lo juro, Wa, que
si hubiera tenido más tiempo el metro lo iba a coger la abuelita de caperucita.
¡Pobre
abuelita! Pero… ¿Y los pololos?
¡Que
no son pololos que son Fabiolos! Espera un poco que termino lo del tiovivo y
doy unos cuantos repasos a los pololos… Llegué a tiempo. Según me senté, así,
me quedé, rendida y en profundo sueño. Cuando desperté estábamos cerquita de
Bilbao. Como en un tráiler, las imágenes aparecían y desaparecían y la sensación de ingravidez tomaba el
espacio del autobús. Ya, en casa, en los despertares de los tres días
siguientes, la espiral de ingravidez se dibujaba cada vez más tenue. Eh, ahí,
que sucedió lo que sucedió…
Cuéntame/
qué/ te/ pasó/
Todos
los días del año a las seis de la mañana estoy
en danza. Ayer, al levantarme, un flash de ingravidez. Hasta las siete,
la radio y sus noticias. Después, la rutina diaria. A eso de las once entro en
un comercio y escucho, unas voces, en off, que repiten sin cesar…el rey ha
abdicado…el rey ha abdicado…el…rey… el…rey…abdicado…abdicado…Sacudí la cabeza
pensando… ¡otra vez el tiovivo!
¿Y
los pololos? ¿Cuándo liberarás a los pololos de Fabiolo?
Mañana,
Watson, mañana... *Después de todo ¡mañana será otro día!
*Lo que el viento se llevó
Estoy en el Aula de Cultura Eladio Laredo
Ordenador, nº,3.
María
Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales (Cantabria)