Que salgan todas las madres,
Con sus pañoletas blancas.
Mostrando lívidas al viento,
Sus desgarradas entrañas.
Sangrando sus pechos llenos,
De ilusión y de esperanza.
Vomitan llamas de hiel,
Sus bocas en pura llaga.
¡Hijo mío! ¡Hijo!
Sueño de mis mañanas.
Capullito de alhelí.
¡Mi Dios!
¡Mi Tierra!
¡Mi Patria!
Cómo tan lejos de ti,
Viendo tu carne marcada.
Tus ojos despavoridos.
Tu boca amortajada.
Oyendo tus alaridos,
Bajo la luna callada.
Sintiendo dos mil puñales
hurgar,
Tus ansias de paz de calma.
Que salgan todas las madres,
Con sus pañoletas blancas.
Estoy en el Telecentro del
Aula de Cultura Eladio Laredo
Ordenador, nº, 4.
María Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales (Cantabria)