martes, 25 de diciembre de 2012

RUA ANA DE BARROS, 8, SANTA INÊS



La calle cortaba la avenida, justo en el corazón del barrio. Si tomabas el camino hacía el Horto Florestal, a la izquierda, si para la capital, a la derecha. Nada más comenzar hacía un pequeño requiebro, en curva y cuesta abajo, que en días de lluvia te hacía tomar serias precauciones.
Estaba sin asfaltar, como mucho, un par de sacos de guijarros improvisados, justo, antes de elecciones, te libraban de llevar un, buen, susto y llenarte de barros hasta los ojos. En la esquina, la casa de unos portugueses adinerados. Para mí, un pequeño palacete con jardín y huerto, donde, rosas, lirios, *(1) pitangas, coles y limones, jugaban a la gallinita ciega. 
Bajando, a la izquierda, medio escondida, algo parecido a una casa. Eso, sí, escoltada por dos pies de papayas y una palmera enzarzada entre el maizal. Cerca, vivía una mujer, sola, con su lorito parlanchín. Un poco más adelante, la casa de mi amiga, Frida, y su familia. Emigrantes, belga-alemanes, con su inconfundible estilo nórdico, en blancos y marrones. La Oma, (abuela), eternamente sentada. Doña, Eliza, y sus siempre agradecidos y deliciosos dulces recién salidos de aquel mágico horno, calentito, aromático, seductor... Sus, inolvidables, fiestas navideñas y sus graciosos bailes. Un viejo árbol de nísperos y frondosos aguacateros, daban sombra y perfumaban el lugar.
A lado, justo al lado, una choza, una abuela, un niñito que temprano murió, Mauro. ¡Oh, Maurinho! Mauro jugaba solito. Su pelo encaracolado. Su piel dorada. Nadie sabía nada de él…pero Mauro miraba…por entre los cañaverales que hacían de cerca… Por entre el maíz y las mandiocas que mantenían aquellas bocas. Decían que si murió de tétanos…seguro que de algo más. Luego, que si era un hijo de la miseria cuidado por una vieja comadre. Chismorreos…
A dos pasos, la casa del matrimonio, Don, Alejandro y Doña, Alejandrina, con su innumerable familia, todos, descendientes de Mamá África. Alegres, místicos, trabajadores, negros, perfumados y brillantes como las *(2) jaboticabas que rodeaban el quintal. Cerca del quintal, un barracón que servia de improvisada cocina para los grandes eventos familiares. Allí, mientras guisaban la *(3) feijoada, horneaban el pernil y un sin fin de *(4) cocadas, se contaban viejas historias de aparecidos, desaparecidos, esclavos, pócimas y embrujos que hacían el trabajo, en la cocina, más llevadero. Sus olorosos guisos y sus, interminables, *(5) batucadas daban calor a mi ser.
Nada más empezar a bajar la calle, por la derecha, lo primero que percibías con todos los sentidos era aquel olorcillo a naturaleza virgen. Un inmenso terreno silvestre te saludaba. Cañaverales, bananeras, *(6) goiaberas y un sin fin de *(7) alegrías gigantes, en lienzo impresionista, tapizaba la vista.
A continuación, en lo alto, un palacete cuyos moradores nunca conocí. De seguido, la casa de, Doña, Leopoldina, Don, Leopoldo y Margarida, una familia de austriacos, rubios, sonrientes y orondos. Al lado de estos, vivían el señor, Duda, lituano, Josefina, su mujer y la suegra, doña, María, de origen italiano. ¡Hacía una polenta buena de la muerte!
Mi casita tenía la estructura de un antiguo *(8) caserío vasco, uno de los lados del tejado era un poco más grande. Estaba hecha con barro y *(9) paú-brasil. Las paredes blancas y las puertas y ventanas en verde oscuro. Dividida en dos, nosotros, ocupábamos la parte más pequeña, solo separada por una tela metálica, cuatro tablas y un pozo de agua. 
Improvisado jardín y huerta rodeaban la casa. Y, Linda, una perra pastor alemán se ocupaba de cuidarla. Bueno, a decir verdad, quién de veras hacía de tenaz guardián era, Genaro, una oca que me había regalado un, emigrante, asturiano de quién tomé el nombre, en agradecimiento, sin saber si, la oca,  era Genaro, o Genara.
Además, teníamos como vecinos, inmediatos, a una familia de lusitanos brasileños, Doña, Irene y Don, Joaquín, sus dos hijos, Marisa, Luisito  y a una pareja joven, ella brasileña, él, japonés. 
En aquella extraordinaria calle, en aquel pequeño recorrido, se abrazaban y se pegaban los colores, los perfumes y los sabores en un bouquet que componía, la sinfonía más bella que jamás volvería a escuchar. Y cuando la noche tendía su manto estrellado acallando de a poco a pájaros, animales y gentes, las luciérnagas salpicaban la oscuridad confundiendo el límite espacial de terciopelo; solo despertado al sueño de la cotidiana realidad por el pitido del pequeño *(10) tren de la Cantareira.(Cartas Juveniles Sao Paulo) 

¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!

* Rua Ana de Barros, Santa Inês, 1958. 

Familia:  de Walter, Eliza, Ona.
Gertrudis, Erika, Walter, Frida,  Elizabeth, Bruno.
Familia: Maurinho, madrinha, abuela, grandmother, nonna
Familia: Alexandro, Alexandrina
Vilma, Adao, Hilda,  Creusa,  Nelson, Tito, Sueli, Solange, Rosangela…
Familia: Cleide, Neide, Edit...
Familia: Abigail...
Familia: América &marido, Sinval, Sinvalda e Sandra.
Familia: Maria da Broa...
Familia: Walquiria, Valter...


Familia: Leopoldo, Leopoldina
Margarida.
Familia: Duda, Josefina, Maria.
Carlos, Maria Elena, Paulinho.
Familia: Ángel Cobo Hernández, Juana Marta Zaballa Azcona, (Eva, Ángelo)
Familia: Gloria e marito, Angela, Anika
Familia: Irene, Joaquim, José, Lidia
Marisa, Luizinho.
Familia: Aparecida 




*(1) Pitanga

*(2) Jaboticaba





*(3) Feijoada




*(4) Cocada




*(5) Batucada






*(6) Goiaba




* (7) Alegrías 




* (8) Viejo caserío vasco 







*(9) Pau-Brasil




* (10) Trenzinho da Cantareira  Horto Florestal
María Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales   (Cantabria)