Pastor
alemán
Que Pinto y Manolo
Acostumbraron
muy mal
Compartía
la cerveza
En
el Pocillo de los Frailes
Luego
iba al Capitol
A
seguir tomando aires
Watson,
tengo que ponerte al día, pero, no doy abasto. Y no puedo dejar de terminar la
tarea por más ardua que pueda parecer. Ya pueden caer chuzos... yo como las
alcalinas. Faltan dos cosucas…Sonó la flauta y me di de cara, con Tigre, por
casualidad. Fíjate iba buscando fotos antiguas de la Rua y ¡zum! el milagro de
Internet. Ahí que se me presenta la estampa familiar. Una foto que mi padre
mostraba, allá, en Sao Paulo. Y vinieron a mi encuentro los seres queridos, sus
amigos y vecinos. Así que… ¡Ya conoces a Tigre! Compañero de habitación y de
secretos de cocina.
Con los abuelos, Tigre. Con mis padres, en Brasil, Donald, Linda,
Laika, Pancho y el inolvidable Genaro. Con mis hijos, Omar, Katia y Lamia.
Omar
creció entre la chavalada de Sol y Mar.
Cuando cachorro le llevaba en el carrito de la compra hasta el Pocillo de los Frailes. Era muy bueno… ¡Qué voy a decir yo si era la mascota de la familia!
Solo tenía un pequeño vicio…le gustaba agenciarse con las cabezas de
bonito que los pescadores utilizaban como carnada. La primera vez pensé que lo
hacia para jugar, apenas, era un lobito…Pero, no. Le gustaba apropiarse de las
cabezas de bonito. Por más que le comprara… ¡Nada! Le sabían mejor aquellas que
estaban descuidadas al lado de la caña. No había manera que devolviera lo
ripiado. Se tiraba al mar y sólo conseguíamos divisar dos orejas.
Era tan gracioso el hurto y la huida que los pescadores le dejaban un trozo a posta. Por lo demás, no teníamos queja. La tenía tramada con uno que le había dado una patada y cada vez que le veía, desde el balcón, enfurecido le enseñaba los colmillos. En el patio se relacionaba con los más íntimos y jugaban al escondite.
Era tan gracioso el hurto y la huida que los pescadores le dejaban un trozo a posta. Por lo demás, no teníamos queja. La tenía tramada con uno que le había dado una patada y cada vez que le veía, desde el balcón, enfurecido le enseñaba los colmillos. En el patio se relacionaba con los más íntimos y jugaban al escondite.
Katia, vino a participar de
la familia cuando lobito cumplió el año.
Como de costumbre, en casa, se presentó la pandilla. Contaron las aventuras y desgracias de la gatita y prometieron buscarla una familia...Y la encontró. Entró y se quedó.
Como de costumbre, en casa, se presentó la pandilla. Contaron las aventuras y desgracias de la gatita y prometieron buscarla una familia...Y la encontró. Entró y se quedó.
Pequeñita
Asustada
Con
los ojos verdes
Y
la piel manchada
No
maullaba
Temblaba
Tan
chirriquitina
Tan
abandonada
Pobrecita
mamá
Vamos
a curarla.
Tiene
garrapatas.
Heridas
en el hocico
Las
orejas chamuscadas.
¡Manos
a la obra! Preparé un baño desinfectante y los amigos festejaron la novedad. ¡Mira, mira, está chulísima! Sí,
como la pantera rosa. ¡Y tanto porque al agua le añadí mercromina! Subieron
todos a ver a la nueva inquilina rosa…Omar, la acogió como un buen padre y
durmió entre sus patas hasta que se hizo adulta. Katia y Omar se querían y se
respectaban. Nos fuimos a las Arenas y Omar se tuvo que dejar, en
Castro-Urdiales. Katia vino con nosotros. Dos meses antes de desaparecer había venido, Omar, hacernos una visita. Los
primeros lametazos y manifestaciones de júbilo fueron para Katia, que feliz por
el encuentro ronroneaba que daba gusto. No creo que Katia se escabulló porque
sí…lo más seguro es que echaba de menos a Omar y fue a su encuentro…¡Para que luego hablen de los animales!
María
Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales (Cantabria)