Begoña y Matías
Van de la mano
Piano…piano…
Ajenos a todo
Enamorados.
Las miradas se acarician
Sonríen a la vida
No tienen miedo
Vencieron las dudas
Los silencios del tiempo
Juntitos…
Viven un sueño.
Parí a mis dos hijos, en el Santo Hospital de Castro-Urdiales, mi única compañía, Engracita, la comadrona. En mi segundo parto sucedió algo que solo tienen conocimiento los más íntimos.
Estaba a punto de parir. Cuando rompí aguas, me encontré sola y con un hijo, medio ciego, que aun no había cumplido los tres años. Acostumbrada a la soledad y a tenerme que,*(1) “virar mais que minhoca ao sol”, en castellano, ¡buscarme la vida!, tenía todo preparado y previsto. Llamé a un taxi para que recogiese a mi suegra y a la comadrona. Mi suegra se quedó al cuidado de mi hijo que dormía. Con la misma me fui al hospital Eran las cinco de la madrugada. A las cinco y media nació mi segundo hijo. A las nueve y media de la mañana, mi suegra, me trajo el otro.
¡No hay palabras! Solo dos cosas las monjas que me atendían se quedaron horrorizadas. Apenadas, por mi situación, consintieron que estuviera con los dos niños en la habitación. Se portaron como lo que son Hermanas de la Caridad y me confortaron de mil maneras.
Aquellas, benditas almas de Dios, no entendían como una familia rodeada de gente a su disposición cometían acto tan despiadado y salvaje. Mi suegra, tenía a su servicio a los Ficha, salarios pagados con dinero de mis gananciales. Mi cuñada, la flor de melococon, casada con un multimillonario, tiraba de chofer, cocinera, mujer de limpieza y moza multiusos, en Castro-Urdiales y en Bilbao.
Mis padres estaban fuera, con el primero, en Sao Paulo y con el segundo, en Castellón. Fueron tres buenas amigas quienes se hicieron cargo de todo lo necesario.
Principalmente, de mi hijo mayor que, en un pequeño descuido, mientras me estaban curando prendió fuego a una toalla que estaba encima de la mesita.
Uno de esos seres de luz que acudieron, en mi ayuda, sin pedir nada a cambio es mi querida amiga, Begoña Liendo, que poco tiempo después iniciaba una de las historias más bellas de amor. ¡Gracias, Begoña!
* Las flechas del amor
Karina
*(1)“Virarse mais que minhoca ao sol” > dar más vueltas que lombriz al sol: Buscarse la vida. Sacarse las castañas del fuego.
Begoña: En Castro-Urdiales se celebra la Virgen de la Asunción a pocos kilómetros… la Virgen de Begoña.
María Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales (Cantabria)