Amparada
en las encomiendas a los espíritus y
demás reflexiones llegué a la conclusión siguiente, si, no me tiraban a un pozo,
como me habían amenazado, en Portu, y me
llevaban a otro hospital ¡o vete a saber
donde! Fuera donde fuera, en cuanto me
quitasen lo que me habían puesto, en la boca, diría al primero que encontrara lo que había pasado.
A
todo esto, en posición horizontal iba observando pequeños detalles para ver si
podía ubicarme. Percibí que estábamos llegando a lugar habitado y que el furgón
se paraba. Pensé… ¡Eva, alerta!
Conmigo
venía uno que hacía de chófer y otro más. Abrieron la puerta y el más delgado de los dos,
moreno, aproximadamente, de mi altura, delgado, a lo, moreno de verde luna se acerca y me dice
mientras me quitaba la mordaza, “pórtate bien, ya sabes”. Con cara de espanto,
asentí con la cabeza. Y le observaba…estaba muy nervioso…le temblaba el pulso
y por sus poros transmitía ese desasosiego, ese temblor interno que emite
todo aquel que está cometiendo algo malo. ¡Watson! ¡Ay! Watson!
Recordando… ¡Estoy, absolutamente, segura! La persona que encontré, el otro día,
en las escaleras de mi casa, en Portugalete, cuando fui con los especialistas
era él. Sí. Era él. Un poco más hecho, pero, era él. Lo sé con seguridad porque percibí ese nerviosismo... ese
temblor interno…Ese…
Definitivamente,
era el mismo y dijo que subía al segundo piso del edificio. Seguramente, vino para meterme miedo y quién se debió de llevar un buen susto fue él porque
yo bajaba con el cachivache de metal en
la mano que estaba arreglando
mientras esperaba a las personas con las que había quedado. ¡Pena no haberme
dado cuenta antes! Años que no le veía…
Pasado
el recordatorio actualizado de una de
las personas que participó en el
secuestro de Cruces y de Zamudio, sigo con el hilo conductor de los hechos que sucedieron en el nuevo encierro.
Al
encuentro del furgón vinieron dos enfermeras. Nada más pude abrir la boca, con
toda la calma que pude, les dije, lo mismo que había repetido al médico, celador, y a los que
me habían sacado de urgencias, en volandas. Esto es una equivocación….Lo único
que añadí fue el asunto de las correas atadas a las muñecas. No había ni marcas
ni señales de forcejeo. Mi pulso era normal. A pesar de todos males estaba,
como tengo costumbre ante la adversidad, tranquila, segura y alerta. Las
enfermeras hicieron unas preguntas a los que me entregaron. Y sin mediar
palabra se disponían a ingresarme cuando
apareció un grupo de tres o cuatro personas. Viendo que se me acababa la oportunidad
de corrección del atropello y con las pocas fuerzas que tenía dirigiéndome a
ellos pedí auxilio de la misma forma y con las mismas palabras que había pedido
anteriormente, en la sala de urgencias del hospital de Cruces. El grupo se
preocupó e indagó a las enfermeras. No pude saber que les dijeron…Elemental
querido Watson… ¡Qué iba a ser! ¡Loca!
-Loca
fue lo que alegó mi marido, Jacinto Lococo Cortazar, cuando le denuncié por
abusos. Y, Ana Gloria Zubiaurre Sánchez, Ana Gallastegui Roca, y otras Anas y otros Anos y sus respectivos familiares pueden dar fe de mi locura. ¡Loca! Y gané el juicio. ¡Loca! Y he soportado pleno tras pleno la presencia de
miembros indeseables del ayuntamiento de Castro-Urdiales, sin una sola
manifestación de estomague. Sentadita en el sillón junto con varios pimpones
estaba Ana Gloria Zubiaurre Sánchez, concejal de Turismo y Negocios y los que
han participado, en el festín del robo de mis gananciales. Sí. Sí. Sí ¡Estoy
loca! ¡Por defender a mis hijos. ¡Estoy loca! ¡Por defender mis derechos. ¡Estoy
loca! Por denunciar la corrupción existente en el ayuntamiento de
Castro-Urdiales y en el de Portugalete. ¡Estoy loca! Sí. Sí. Sí. ¡Estoy loca!-
Me
secuestraron en el pabellón de agudos del hospital de Zamudio. Entré y pasaron
un cerrojo…y…otro…y…otro. Me mandaron
desvestir. Me desvestí. Me entregaron la ropa del hospital. Un camisón
enorme. Una bata diminuta. Unas zapatillas pequeñas. No me dieron peine, dijeron que por seguridad... Mi aspecto en aquellas condiciones era como os
podéis imaginar. El camisón asomaba por la bata tres palmos. No podía caminar
bien por las zapatillas y la melena rizada, entre las distintas posiciones
tomadas y el quita y pon ropa estaba muy
alborotado y sin manera de ponerle orden porque no tenía con qué. Peine, lo que es peine, no… ¡Me habían preparado una buena peineta!
A
las personas responsable del departamento de agudos les dije lo que había venia
repitiendo al resto de los secuestradores. No decían palabra. Me pasé la noche
en vela. No podía llamar a nadie hasta pasadas las veinticuatro
horas de ingreso es lo que me dijeron.
En
el momento que me dejaron llamé por teléfono a una amiga. Mis hijos estaban
fuera. Al poco tiempo viene. Estaba más asustada y preocupada que yo pero
mantuvo la calma y me conforto en lo que pudo. Pedí papel y boli y expuse lo que me estaba pasando
y le dije que si me pasara algo que
entregase el escrito a la prensa. ¡Se me cerraban los ojos de sueño! ¡Seguro es porque hay
elecciones! Y tienen miedo que aparezcas con todos los muertos del hotel,
comentó un amigo que vino de inmediato a
saber qué me habían hecho. Me
enteré que no podían retenerme contra mi voluntad y menos sin haber cometido ningún
tipo de delito, sin una figura familiar y sin orden judicial.
Hice
una petición escrita dentro del hospital y la entregué a una de las enfermeras
que dijo ser la jefa de departamento. Pasaron dos largos días y nada. No quise
avisar a mis hijos porque tengo por costumbre solucionar mis asuntos por mí
misma y para más fastidio, uno de ellos se encontraba en un esperado congreso.
Yo estaba secuestrada pero bien. Menos ropa decente, no me faltó de comer ni de
beber. Me proporcionaron los medicamentos que habitualmente utilizo, 100 mgrs.,
de acetíl salicílico para el corazón y Fiorinal codeína para la sinusitis.
El
personal de servicio y ciertos enfermeras estaban mosqueados con mi presencia
porque repetía…repetía… que estaba secuestrada…y…contaba lo del hotel
de Portugalete…cómo lo había descubierto…qué estaban haciendo con mi casa…y…repetía…y…
seguía como las alcalinas.
Al
tercer día el espíritu resucitó…y…fue de la siguiente forma, comenté a una de
las enfermeras que lo que me estaba sucediendo era un de error o abuso de poder
y zanjé las explicaciones advirtiendo que si, no me dejaban salir que sería ella la responsable de mi secuestro. Tú y el
resto del servicio estáis observando mi comportamiento y actitud. Yo, soy
profesora de inglés, si, en mi clase envían
a una persona de francés y no comunico al jefe de estudios, o, a la dirección
del colegio la equivocación; la responsable de esa anomalía es la persona que está cualificada para saber
si la persona que han enviado habla
inglés o francés. ¿Entiendes? A medida que iba desarrollando el ejemplo la jefa iba tornándose lívida… Me respondió,
entre cortada, que quien tenía que dar el alta era la dirección y que ella no
podía hacer nada aunque quisiera.
Me
dieron el alta después de mucho batallar. El personal de servicio de Zamudio y
familiares de los enfermos que
barruntaron mi situación me ayudaron. Nunca olvidaré sus nombres,
afortunadamente, tuve la precaución de guardar sus señas. Nada más salir del
encarcelamiento interpuse una denuncia, en el Juzgado de Baracaldo. ¿Qué crees tú
que aconteció, Watson? No, mira…mejor se
lo preguntas a la letrada que me asistió! Y, si, no vete a indagar qué pasó con
el secuestro, primero, en el Hospital de Cruces y de inmediato al Hospital de
Zamudio.
Y…yo,
me pregunto, Watson. ¿Por qué me tuvieron esperando tantas horas en urgencias
de Cruces? Y… ¿Por qué, si, estaba tan enferma no me atendieron de inmediato? Y…
¿Por qué me metieron en aquel cuartucho y me dejaron sin atención durante
horas? Y… ¿Por qué siendo un hospital de la categoría de Cruces no me llevaron
a una planta? Y…. ¿Por qué no me dieron ni alimento ni medicación?
Y…entonces…
¿Es que un hospital de la categoría de Cruces, mete a los enfermos mentales, en
cuartuchos? Y…entonces… ¿Es que los dejan solos sin atenciones primarias?
Y…entonces ¿Es que el hospital de la categoría de Cruces no tiene una planta de
psiquiatría? Y…entonces… ¿Es que las personas que van solas a urgencias por una
erupción cutánea, las dan por locas y las
encierran en un cuartucho? Y…entonces… ¿Es que
las tienen retenidas durante horas sin atención y las envían a otro
hospital para el encierro total?
Y…
¿Por qué, en el hospital de Zamudio se me encerró durante casi una semana?
Y…
¿Por qué en el pabellón de agudos?
Y…entonces….
¿Es que en el hospital de Zamudio no saben que no se
puede retener a nadie en contra de su voluntad?
Y…entonces…
¿Es que en el hospital de Zamudio no saben que no se puede privar de la libertad a nadie sin
que lo sepan sus familiares?
Y….entonces…
¿Es que en el hospital de Zamudio no saben que no se puede amarrar y reducir a
una persona sin orden judicial?
Como
te dije hay mucho que investigar. Ya sabes dónde están los documentos. Los
nombres de las personas e implicados. Los juzgados donde han fabricado mi crematorio. Todas y cada una de las demandas se encuentran, en los juzgados de
Baracaldo y en el de Castro-Urdiales.
Y,
por favor… ¡No dejes de buscar a un cerdo con label!
Intento de secuestro del
secretario del ayuntamiento de Castro-Urdiales
http://www.eldiariomontanes.es/prensa/20061011/region/secretario-denuncia-ante-guardia_20061011.html
Mobbing en Portugalete
Mobbing en Castro-Urdiales: Local
Derramas goteras… Castro-Urdiales
Treinta y cuatro años de
indignación
“El artículo 451 del Código Penal castiga al que "con conocimiento
de la comisión de un delito y sin haber intervenido en el mismo como autor o
cómplice, interviniere con posterioridad a su ejecución ocultando, alterando o
inutilizando el cuerpo, los efectos o los instrumentos de un delito para
impedir su descubrimiento".
María
Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales (Cantabria)