La
relación con Jacinto era la habitual en situaciones como la nuestra. En mi
caso, podía estar con sus hijos cuando quería. En una de las visitas, dijo que
necesitaba hablar
conmigo. Me explicó que tenía muchos problemas con una de las fábricas.
Las mujeres estaban descontentas, con los encargados, y que no sabía como
solucionar, la situación. Me pidió que me hiciera cargo de la papeleta porque
la fábrica se iba a pique.
Hice
un pacto con mi ex, Jacinto Lo Coco Cortázar. Nos daría de alta en la
seguridad social, a mis hijos y a mí y un contrato de seis meses. El sueldo
tendría que compensar, las traducciones y las clases que no iba a poder dar.
Coche y chófer para trasladarme, a diario, de las Arenas a Santoña.
Antes,
de ir a Santoña, estuve indagando qué estaba sucediendo. Unos, me decían una
cosa, otros, la otra. Según, un sindicalista parecía que,
alguna, de las obreras, buscaban hacer lo mismo que habían hecho, en Castro,
los hermanos, Ancha Panza. Quedarse con parte de la empresa.
Llegué
a Santoña y fui recibida, con la educación y el cariño que tienen las personas
de buena fe. Después, de observar durante días, me percaté que, el ambiente
estaba enrarecido. Pero, no tenía nada que ver ni con, la
encargada ni con el personal. El local reunía los requisitos y las obreras
estaban aseguradas.
Vi,
por mi misma, como maladaban la pesca y la botaban, en el cesto de los
desperdicios. Trabajaban, a cámara lenta. Iban al servicio en procesión y controlaban
el tiempo de estar, en el trono. Tomé la problemática cual chirigota
y para quitar hierro aseguraba a los encargados que, en
el retrete, las cagonas, revelarían en qué se habían convertido, las
nominas del
rosario organizado.
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Una
mañana, había estado comprando pesca, en la venta, y llegué tarde, a la
función. Con la gracia que Dios me ha dado pregunté, a voces, al paso de
una devota
que salía del retrete: “Fulanita… ¿Cuántos retratos me he perdido? Las
carcajadas fueron totales, nadie lo pudo evitar. Fue una
válvula de escape, principalmente, para las trabajadoras que no estaban de
acuerdo con lo que sucedía.
Los
encargados estaban que fumaban, en pipa, era mucha la responsabilidad que
tenían, entre manos. Y, yo, que en mi vida creí que pudieran suceder, cosas de
semejante, índole y pelaje, estaba más que preocupada. ¡Una cosa es reclamar
los derechos y luchar por ellos, otra, es sabotear una empresa con un fin! No
logré saber a dónde querían llegar, pero intuí la
ruina y destrucción
de ciento de miles de puestos de trabajo que encierra, cualquier, quiebra
industrial.
Y,
yo, que me había tirado diez años sacrificándome por la empresa. Para no
añadir más costes, cargando, descargando, salando, desmigando, fileteando,
traduciendo y mirando que las condiciones, en la fábrica, fuera la mejor
posible. Me llevaban los, mismísimos, demonios pensar que las, pseudo, sindicalistas tenían,
en su programa, abocar la empresa al desastre total.
No
podía consentir semejante atropello. Con la fábrica, se iba el resto de la
cadena y sus consecuentes puestos de trabajo. Y, yo, que había dejado, todo. De
Las Arenas a Santoña. Desde, las seis de la mañana, hasta, las ocho y media de
la noche, fuera de mi casa. Pasando más frío que Carracuca.
Intentando poner
los medios para conseguir que el pan nuestro de cada día llegase
a buen puerto. Y, aquel par de interesadas, arrogantes y
sin razón, poniendo en peligro la empresa. Me revolvió entera y actué.
Volví
a ponerme en contacto con los sindicalistas y les describí lo que estaba
sucediendo, me dijeron que tenía que demostrarlo. Me sugirieron, llevar un
notario y levantar acta. Antes, reuní a las trabajadoras y a los encargados,
les dije que tenía idea de hacer, una cooperativa con la plantilla fija. No
pusieron ningún contra punto, menos, las pseudo sindicalistas.
Vinieron
a decirme que, ellas, estarían dispuestas a hacer la cooperativa, con menos
gente y seleccionada por ellas. Les dije que había obreras que hacia más tiempo
que estaban trabajando, en la fábrica, principalmente, la encargada que llevaba
toda la vida. Como no se hacía como, las Calistas, querían… ¡Al sabotaje del
potaje!
Fui
hablar con el notario, le expliqué lo que estaba sucediendo y le pregunté si
vendría a levantar acta, nada más llamarle. Me dijo que, por él, no había
impedimento.
Hacía
un tiempo, me había dado cuenta que, las Pseudos, estaban pendientes de la
puerta. Cambiaban de disposición al trabajo, según, entrara, o, no gente. Observé,
que había
otra puerta que no estaba, al alcance de la vista, pero, anulada.
Confiándome,
exclusivamente, a la encargada y a personas
ajenas a la fábrica, urdí un plan para que, el personal de
afuera, viese lo que estaban haciendo dentro, y que el notario,
entrara sin ser visto. Pedí, a la encargada, que se retirasen,
los obstáculos que obstruían, la puerta, cuando las obreras no
estuviesen dentro. Y para
que no se notase el cambio, se pusieran
cajas de cartón, barriles de plástico, cosas que se podían retirar, rápidamente
y sin esfuerzo. Así, se hizo.
Otra de
las cosas que había observado era que, las Calistas, montaban la garrula cuando
había algún pedido importante y urgente. Aguardé el día. Comenzaron, desde, por
la mañana en guirigay. Teníamos que entregar el pedido de inmediato. Por las
intenciones que dibujaban sus gestos supe no
tenían idea de cambiar. Le dije a la encargada, hoy es el día.
Se
avisó al notario, le advertí que, sobre las cuatro le requeriría. Intentamos
por todos medios convencerlas de que, de seguir, así, la pesca se iba a
estropear, con las consecuentes perdidas y que era
un sabotaje.
Nada.
¡Cantaban que se mataban! Se tiraban las arpilleras…la pesca por debajo de la
mesa. ¡De vergüenza! Y… de vergüenza, las pescó el notario que entró, levantó
acta de lo que vio, tomó nota de la pesca que había, en la mesa y en el suelo,
preguntó una, a una, sus nombres y, ellas, petrificadas del
soponcio, contestaban como autómatas.
Presenciar
aquel, innecesario, esperpento me quitó las ganas de seguir luchando por
levantar la fabrica. En el mismo momento, decidí que no
valía, la pena hacer ni cooperativa, ni nada que se le pareciera. Volvería a
seguir con la carrera y me presentaría a los exámenes de septiembre.
Hoy
sé que tenía que haber llevado el proceso, hasta, sus últimas consecuencias,
pero, como todo en esta vida es para sabido… No lo hice. Pensé… qué
sería de las personas que dependían de las mujeres, si se quedaban sin trabajo
y sin sueldo y me negué, a ir en contra de mis principios.
-
Hubo un tiempo, cuando pensaban que, yo, era más tonta que un botijo… en el que
había conseguido intimar, incluso, con las Calistas… Sabía
de sus penas y de sus miserias. Nadie va a la fábrica de pescado si tiene,
otro, empleo, o, cubiertas, las necesidades. ¡Es un trabajo muy
duro!-
Le
dije a Jacinto que ya tenía solucionado el problema y que se entendiera,
con el notario y con las mujeres. Lo mejor, para todos, era que procurara
negociar, la mandanga que habían ocasionado, sin represalias, delante del
sindicato y todo por escrito.
No
sé cual fue el arreglo que hicieron con, Jacinto, el
caso es que las Calistas me
denunciaron, en el juzgado de Santoña, y, me pusieron, en la prensa de todo,
menos bonita. Justo lo que, las, pseudo, sindicalistas eran
y con
el tiempo, se demostraría.
Ni
tan siquiera, me molesté en contestar. Había tomado la decisión de volver a mis
estudios y no tenía tiempo que perder. Fui al juicio, sin abogado y sin
procurador y gané. El día que vino el notario se había perdido,
mercancía, en
un valor de 820.000, pesetas.
Con
el tiempo, aprendí que en cualquier lugar, a la espera, están los cuatro y el
del tambor dispuestos a desbaratar lo que otros han construido. Y, lo hacen,
única y exclusivamente, en beneficio propio, cobijándose, en el
puesto que
mejor les libre del trabajo y de la cárcel.
La
Empresa, Conservas Nicola Lo Coco S.A., el 16 de junio de 1988, había saldado,
el préstamo nº 490.657/95, 120.000.000, (ciento veinte millones de pesetas). Certificado
cursado por el, Sr. Don Juan Lobera Gómez, interventor del Banco de
Crédito Industrial, S.A., en Santander.
Todas…
las fábricas se vendieron sin mi firma, en 1992,… Hubo suspensión de pagos…
-¡Imposible
estaba exportando millones!-
Desmantelaron,
una gran empresa. Dijeron… porque había pedido, mi parte de los bienes
gananciales. También, que
a consecuencia, había hundido, la empresa, arruinado, a las obreras que no
cobraron lo debido y habían perdido, el puesto de trabajo.
¡Falso! Como todo lo que inventan, incluso, *publican, sentencian
y bendicen, autoridades, familiares y amigos de los
de siempre.
Castro-Urdiales
Santoña
C/
Baldomero Villegas, 19.
La
fábrica de Santoña se vendió, con el mismo método y gracias, a la estrecha
colaboración de las familias, Lo Coco Cortázar, López Lo Coco y Arenal y Bedoya
y amiguetes. A todos los guantes blancos hay que sumar los
cuatro y el del tambor. En el solar de la fábrica, sita en la
calle Baldomero Villegas, 19, se levantaron pisos…Y en los
bajos, existe desde, 1997, una fábrica de conservas, Conservas Ana María S.L.
¿Por
qué será?
Según
los vecinos, la maquinaria de la empresa fue a parar a la fábrica de Conservas
Fontecilla.
¿Cuántas,
Calistas, pseudos
sindicalistas, cocodrilos, cocodrilas, lagartos, lagartas y lagartijas viven
del robo?
*Luís
Javier Escudero Dominguez
"Acciughe salate
alla vera carne: Historia de los salazoneros italianos en Cantabria."
Universidad
de Cantabria, 2007
* Nicolò
Lo Coco Sanfilippo
"Paese
di Mare..."
Bagheria,
2002
* Documentos
María
Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales (Cantabria)