Érase
una vez…
de esta ancestral manera, mi padre, nos contaba las peripecias de su
niñez y la de los habitantes de nuestra tierra natal, Castro-Urdiales. Por
aquel entonces, en Sao Paulo, ya existía la televisión, pero, solo las familias
adineradas podían tenerla.
Vivíamos
en la zona rica, cerca de la panadería Moravia. En el barrio de Agua Fría. Era
un adosado de tres plantas. Al entrar, el pequeño y cuidado jardín,
alegremente, saludaba mostrando la variedad de su hermosura. Verdes, rosas y
anaranjados salpicaban el aire y un, especial, olor a madreselvas alcanzaba, el
camino que llevaba al salón.
Los
dos primeros años, en Brasil, fueron como un cuento de hadas. Teníamos y nos
sobraba de todo, y lo, más, importante estábamos junto a nuestros padres.
Recuerdo que mi
hermano y, yo, estuvimos durante, un buen, tiempo llamándolos, sin necesidad,
solo por el placer de llamarlos y de saberlos, allí, cerquita de nosotros.
Éramos
emigrantes y lo sabíamos, como lo sabían, los italianos de la pizzería, los
portugueses del emporio, los alemanes de la tienda de electrodomésticos y Mister
Phiro, un norteamericano descendiente de griegos que trabajaba, con mi padre en la DiverseyWilmington.
Los
emigrantes sabíamos de nuestras limitaciones, sobre todo, con el
dinero. El emigrante de todas las partes del mundo, tienen como máxima, el
ahorro. Primero para subsistir, solos, sin la muletilla de un familiar y luego,
para la añorada vuelta a su terruño.
Eso,
remitía, mi primer maestro particular. Se llamaba Juan. Era meigo y gallego.
Trocaba clases de portugués y matemáticas por la contabilidad que mi padre
llevaba, de su pequeño taller. No había semana que no nos cantase, “Os aires de
ría”, y a continuación, besaba, una foto destartalada que tenía en el cuartito,
cerca de la cocina. Esto es la morriña…la morriña…a saudade…la nostalgia…
No
teníamos televisión ni manera, inmediata, de conseguirla. En
cambio, tuvimos
la fortuna de tener unos, buenos, vecinos que nos dejaban ver los programas
infantiles. Vera Lucia, era el nombre de aquella amiguita, vivía frente a mi
casa y al lado de la gasolinera. Su madre, nos regalaba la boca, con dulces
caseros que, en compañía, de los dibujos del pájaro loco y las
series
de Roy Rogers, dejaron
en mi memoria,
la
delicia de estar, bien a gustito, feliz y encantada de la vida.
Los
fines de semana no había televisión. Entonces mi padre, el profesor Juan, Manuel,
el portugués se dedicaban a contar, las historias que, a nosotros, hijos
vecinos y amiguitos, nos divertían, asustaban o hacían pensar…
Érase,
una vez… un rapaz, muy listo muy listo que era muy pobre muy pobre. Como las
ratas. Se codeaba con gente pudiente y moliente. Y comía y bebía, hasta, tener
bien llena la barriga…
Esa,
gente pudiente y moliente tenía, tres… hijas…las metió en tres botijas…y las
tapó con pez… ¿Queréis que os lo cuente otra vez? ¡Jope!... ¡ya empieza…! Sigue
con la historia…y mi padre seguía…
Resulta
que, el listo muy listo, se hizo novio de una de las hijas. Era muy guapa, muy
guapa y buena muy buena…El rata, que era muy rata…estudió y comió todo lo que
pudo y lo que guardó. Se fue a Madrid a terminar sus estudios.
Venía,
llenaba la barriga y se iba. Y así el rata se la pasó… Y… cuando
terminó. Desapareció. Dejó a la novia guapa, buena y pudiente compuesta y sin
novio…Y dijo... que no se podía casar con ella porque no quería que sus futuros
hijos... corrieran la suerte de salir... con la enfermedad que portaba, la
novia, en sus genes…
Y
se marchó…Y se casó…Y tuvo cuatro hijos…los metió en cuatro botijos y los tapó
con pez… ¿Queréis que os lo cuente otra vez?...Jóoo… ¿Si o no? Si, anda y qué
pasó…que tres, de los cuatro hijos, nacieron con el síndrome de Dawn y la
cuarta falleció con una enfermedad genética, en la adolescencia…
Nos
quedábamos mudos de espanto y preguntábamos… pero… eso… es de mentira o de
verdad…De verdad, cuando volvamos a Castro, te enseñaré dónde viven y les
haremos una visita. La casa está rodeada de árboles frutales, perales,
manzanos, las higueras son enormes y por el camino recogeremos moras… y beberemos
agua, en la fuente mineral…
*Roy Rogers
*Roy Rogers
*DON´T FENCE ME IN
Writer: PORTER, COLE
Oh, give me land, lots of land under starry skies above
*(1) Don’t fence me in
Let me ride through the wide open country that I love
Don’t fence me in
Let me be by myself in the evening’ breeze
And listen to the murmur of the cottonwood trees
Send me off forever but I ask you please
Don’t fence me in
Don’t fence me in
Just turn me loose, let me straddle my old saddle
Underneath the western skies
On my *(2) Cayuse, let me wander over yonder
Till I see the mountains rise
I want to ride to the ridge where the west commences
And gaze at the moon till I lose my senses
And I can’t look at hovels and I can’t stand fences
Don’t fence me in
Don’t fence me in
Roy Rogers
DON´T FENCE ME IN: Spanish
Roy Rogers
DON´T FENCE ME IN: Spanish
Oh, dame tierra, un montón de tierra bajo el cielo estrellado
No me cerquéis
Dejadme cabalgar a través del ancho y abierto país que amo.
No me pongáis fronteras.
No me cerquéis
Dejadme cabalgar a través del ancho y abierto país que amo.
No me pongáis fronteras.
No me pongáis fronteras.
Dejadme
ser yo mismo en la brisa de la noche
Y escuchar el murmullo de los álamos
Y escuchar el murmullo de los álamos
Solo quiero perderme, dejad
que extienda mi
vieja silla bajo los cielos del oeste
En mí, *(2) Cayuse, dejadme
vagar por allá
Hasta ver el surgir de las
montañas
Quiero cabalgar hasta la
cresta donde comienza el oeste
Y mirar a la luna hasta
perder los sentidos
Yo no veo las
dificultades y no soporto
Las vallas
No me pongáis fronteras.
No me pongáis fronteras.
*(1) Don’t fence me in: No me cerquéis. No me encerréis. No me pongáis, vallas, cercas, alambradas, límites, fronteras.
*(2) Cayuse: Tribu
Amerindian, Blue Mountains, Oregon. Reconocidos por su riqueza en la
cría y posesión de caballos.
María Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales (Cantabria)