domingo, 27 de noviembre de 2011

CONSERVAS NICOLA LO COCO S.A.




La relación con Jacinto era la habitual en situaciones como la nuestra. En mi caso, podía estar con sus hijos cuando quería. En una de las visitas, dijo que necesitaba  hablar conmigo. Me explicó que tenía muchos problemas con una de las   fábricas. Las mujeres estaban descontentas, con los encargados, y que no sabía como solucionar, la situación. Me pidió que me hiciera cargo de la papeleta porque la fábrica se iba a pique.
Hice un pacto con mi ex, Jacinto Lo Coco Cortázar. Nos daría de alta en la seguridad social, a mis hijos y a mí  y un contrato de seis meses. El  sueldo tendría que compensar, las traducciones y las clases que no iba a poder dar. Coche y chófer para trasladarme, a diario, de las Arenas a Santoña.
Antes, de ir a Santoña, estuve indagando qué estaba sucediendo. Unos, me decían una cosa, otros, la otra. Según, un sindicalista parecía  que, alguna, de las obreras, buscaban hacer lo mismo que habían hecho, en Castro, los hermanos, Ancha Panza. Quedarse con parte de la empresa.
Llegué a Santoña y fui recibida, con la educación y el cariño que tienen las personas de buena fe. Después, de observar durante días, me percaté que, el ambiente estaba enrarecido. Pero,  no tenía nada que ver ni con, la encargada ni con el personal. El local reunía los requisitos y las obreras estaban aseguradas.
Vi, por mi misma, como maladaban la pesca y la botaban, en el cesto de los desperdicios. Trabajaban, a cámara lenta. Iban al servicio en procesión y  controlaban el tiempo de estar, en el trono.  Tomé la problemática cual  chirigota y para quitar hierro aseguraba  a los encargados que,  en el retrete, las cagonas, revelarían en qué se habían convertido, las nominas  del rosario organizado.
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Una mañana, había estado comprando pesca,  en la venta, y llegué tarde, a la función. Con la gracia que Dios me ha dado pregunté, a voces, al paso de una  devota que salía del retrete: “Fulanita… ¿Cuántos retratos me he perdido? Las carcajadas fueron totales, nadie lo pudo evitar. Fue  una válvula de escape, principalmente, para las trabajadoras que no estaban de acuerdo con lo que  sucedía.
Los encargados estaban que fumaban, en pipa, era mucha la responsabilidad que tenían, entre manos. Y, yo, que en mi vida creí que pudieran suceder, cosas de semejante, índole y pelaje, estaba más que preocupada. ¡Una cosa es reclamar los derechos y luchar por ellos, otra,  es sabotear una empresa con un fin! No logré saber a dónde querían llegar, pero intuí  la ruina y  destrucción de ciento de miles de puestos de trabajo que encierra, cualquier, quiebra industrial.
Y, yo, que me había tirado diez años sacrificándome por la empresa. Para no añadir más costes, cargando, descargando, salando, desmigando, fileteando, traduciendo y mirando que las condiciones, en  la fábrica, fuera la mejor posible. Me llevaban los, mismísimos, demonios pensar que las, pseudo, sindicalistas  tenían, en su programa, abocar  la empresa al desastre total.
No podía consentir semejante atropello. Con la fábrica, se iba el resto de la cadena y sus consecuentes puestos de trabajo. Y, yo, que había dejado, todo. De Las Arenas a Santoña. Desde, las seis de la mañana, hasta, las ocho y media de la noche, fuera de mi casa. Pasando más frío que Carracuca. Intentando   poner los medios para conseguir  que el pan nuestro de cada día llegase a buen puerto. Y,  aquel par de interesadas, arrogantes y sin razón, poniendo en peligro la empresa. Me revolvió entera y actué. 
Volví a ponerme en contacto con los sindicalistas y les describí lo que estaba sucediendo, me dijeron que tenía que demostrarlo. Me sugirieron, llevar un notario y levantar acta. Antes, reuní a las trabajadoras y a los encargados, les dije que tenía idea de hacer, una cooperativa con la plantilla fija. No pusieron ningún contra punto, menos, las pseudo sindicalistas.
Vinieron a decirme que, ellas, estarían dispuestas a hacer la cooperativa, con menos gente y seleccionada por ellas. Les dije que había obreras que hacia más tiempo que estaban trabajando, en la fábrica, principalmente, la encargada que llevaba toda la vida. Como no se hacía como, las Calistas, querían… ¡Al sabotaje del potaje!
Fui hablar con el notario, le expliqué lo que estaba sucediendo y le pregunté si vendría a levantar acta, nada más llamarle. Me dijo que, por él, no había impedimento.
Hacía un tiempo, me había dado cuenta que, las Pseudos, estaban pendientes de la puerta. Cambiaban de disposición al trabajo, según, entrara, o, no gente.  Observé, que  había otra puerta que no estaba, al alcance de la vista, pero,  anulada.
Confiándome, exclusivamente, a la encargada y a   personas ajenas a la fábrica, urdí un plan para  que, el personal de afuera,  viese lo que estaban haciendo dentro, y que el notario, entrara sin ser visto.  Pedí, a la encargada, que se retirasen, los obstáculos que obstruían, la  puerta, cuando las obreras no estuviesen dentro. Y  para que no se notase el cambio,  se  pusieran cajas de cartón, barriles de plástico, cosas que se podían retirar, rápidamente y sin esfuerzo. Así, se hizo.
Otra  de las cosas que había observado era que, las Calistas, montaban la garrula cuando había algún pedido importante y urgente. Aguardé el día. Comenzaron, desde, por la mañana en guirigay. Teníamos que entregar el pedido de inmediato. Por las intenciones que dibujaban sus gestos  supe  no tenían idea de cambiar.  Le dije a la encargada, hoy es el día.
Se avisó al notario, le advertí que, sobre las cuatro le requeriría. Intentamos por todos medios convencerlas de que, de seguir, así, la pesca se iba a estropear, con las consecuentes perdidas y que  era un sabotaje.  
Nada. ¡Cantaban que se mataban! Se tiraban las arpilleras…la pesca por debajo de la mesa. ¡De vergüenza! Y… de vergüenza, las pescó el notario que entró, levantó acta de lo que vio, tomó nota de la pesca que había, en la mesa y en el suelo, preguntó una, a una, sus nombres y, ellas, petrificadas  del soponcio, contestaban como autómatas.
Presenciar aquel, innecesario, esperpento me quitó las ganas de seguir luchando por levantar la fabrica.  En el mismo momento, decidí que no valía, la pena hacer ni cooperativa, ni nada que se le pareciera. Volvería a seguir con la carrera y me presentaría a los exámenes de septiembre. 
Hoy sé que tenía que haber llevado el proceso, hasta, sus últimas consecuencias, pero, como todo en esta vida es para sabido… No lo hice. Pensé…  qué sería de las personas que dependían de las mujeres, si se quedaban sin trabajo y sin sueldo y me negué, a ir en contra de mis principios. 
     - Hubo un tiempo, cuando pensaban que, yo, era más tonta que un botijo… en el que había conseguido intimar, incluso, con las Calistas…  Sabía de sus penas y de sus miserias. Nadie va a la fábrica de pescado si tiene, otro, empleo, o, cubiertas, las necesidades. ¡Es un trabajo muy duro!-  
Le dije a Jacinto que ya tenía solucionado el problema y que se entendiera, con el notario y con las mujeres. Lo mejor, para todos, era que procurara negociar, la mandanga que habían ocasionado, sin represalias, delante del sindicato y todo por escrito. 
No sé cual fue el arreglo que hicieron con, Jacinto,  el caso es que   las Calistas  me denunciaron, en el juzgado de Santoña, y, me pusieron, en la prensa de todo, menos bonita. Justo lo  que, las, pseudo, sindicalistas  eran y   con el tiempo, se demostraría.
Ni tan siquiera, me molesté en contestar. Había tomado la decisión de volver a mis estudios y no tenía tiempo que perder. Fui al juicio, sin abogado y sin procurador y gané. El día que vino el notario se había perdido, mercancía,  en un valor de 820.000, pesetas.
Con el tiempo, aprendí que en cualquier lugar, a la espera, están los cuatro y el del tambor dispuestos a desbaratar lo que otros han construido. Y, lo hacen, única y exclusivamente,  en beneficio propio, cobijándose, en el puesto   que mejor les libre del trabajo y de la cárcel.
La Empresa, Conservas Nicola Lo Coco S.A., el 16 de junio de 1988, había saldado, el préstamo nº 490.657/95, 120.000.000, (ciento veinte millones de pesetas). Certificado cursado por el, Sr. Don Juan Lobera Gómez, interventor del Banco de Crédito Industrial, S.A., en Santander.
Todas… las fábricas se vendieron sin mi firma, en 1992,… Hubo suspensión de pagos…
-¡Imposible estaba exportando millones!-
Desmantelaron, una gran empresa. Dijeron… porque había pedido, mi parte de los bienes gananciales. También,  que a consecuencia, había hundido, la empresa, arruinado, a las obreras que no cobraron lo debido y  habían perdido, el puesto de trabajo. ¡Falso! Como todo lo que inventan, incluso, *publican,  sentencian y bendicen, autoridades, familiares y amigos de  los de siempre.

Castro-Urdiales
Santoña
C/ Baldomero Villegas, 19.

La fábrica de Santoña se vendió, con el mismo método y gracias, a la estrecha colaboración de las familias, Lo Coco Cortázar, López Lo Coco y Arenal y Bedoya y amiguetes. A todos los  guantes blancos hay que sumar los cuatro y el del tambor.   En el solar de la fábrica, sita en la calle Baldomero Villegas, 19,  se levantaron pisos…Y en los bajos, existe desde, 1997, una fábrica de conservas, Conservas Ana María S.L.
 ¿Por qué será?
Según los vecinos, la maquinaria de la empresa fue a parar a la fábrica de Conservas Fontecilla.
¿Cuántas, Calistas,   pseudos sindicalistas, cocodrilos, cocodrilas, lagartos, lagartas y lagartijas  viven del robo?



*Luís Javier Escudero Dominguez
"Acciughe salate alla vera carne: Historia de los salazoneros italianos en Cantabria."
Universidad de Cantabria, 2007

* Nicolò Lo Coco Sanfilippo
"Paese di Mare..."
Bagheria, 2002


María Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales   (Cantabria)