sábado, 26 de noviembre de 2011

EL TÍO DE LA ZURRIBURRI


Érase una vez…


de esta ancestral manera, mi padre, nos contaba las peripecias de su niñez y la de los habitantes de nuestra tierra natal, Castro-Urdiales. Por aquel entonces, en Sao Paulo, ya existía la televisión, pero, solo las familias adineradas podían tenerla.
Vivíamos en la zona rica, cerca de la panadería Moravia. En el barrio de Agua Fría. Era un adosado de tres plantas. Al entrar, el pequeño y cuidado jardín, alegremente, saludaba mostrando la variedad de su hermosura. Verdes, rosas y anaranjados salpicaban el aire y un, especial, olor a madreselvas alcanzaba, el camino que llevaba al salón.
Los dos primeros años, en Brasil, fueron como un cuento de hadas. Teníamos y nos sobraba de todo, y lo, más, importante estábamos junto a nuestros padres. Recuerdo que     mi hermano y, yo, estuvimos durante, un buen, tiempo llamándolos, sin necesidad, solo por el placer de llamarlos y de saberlos, allí, cerquita de nosotros.
Éramos emigrantes y lo sabíamos, como lo sabían, los italianos de la pizzería, los portugueses del emporio, los alemanes de la tienda de electrodomésticos y  Mister Phiro, un norteamericano descendiente de griegos que trabajaba, con mi padre en la DiverseyWilmington.
Los emigrantes sabíamos de nuestras limitaciones, sobre todo, con  el dinero. El emigrante de todas las partes del mundo, tienen como máxima, el ahorro. Primero para subsistir, solos, sin la muletilla de un familiar y luego, para la añorada vuelta a su terruño.
Eso, remitía, mi primer maestro particular. Se llamaba Juan. Era meigo y gallego. Trocaba clases de portugués y matemáticas por la contabilidad que mi padre llevaba, de su pequeño taller. No había semana que no nos cantase, “Os aires de ría”, y a continuación, besaba, una foto destartalada que tenía en el cuartito, cerca de la cocina. Esto es la morriña…la morriña…a saudade…la nostalgia…
No teníamos televisión ni manera, inmediata, de conseguirla. En cambio,   tuvimos la fortuna de tener unos, buenos, vecinos que nos dejaban ver los programas infantiles. Vera Lucia, era el nombre de aquella amiguita, vivía frente a mi casa y al lado de la gasolinera. Su madre, nos regalaba la boca, con dulces caseros que, en compañía, de los dibujos del pájaro loco y las
series de Roy Rogers,  dejaron en mi memoria,
la delicia de estar, bien a gustito, feliz y encantada de la vida.
Los fines de semana no había televisión. Entonces mi padre, el profesor Juan,  Manuel, el portugués se dedicaban a contar, las historias que, a nosotros, hijos vecinos y amiguitos, nos divertían, asustaban o hacían pensar…
Érase, una vez… un rapaz, muy listo muy listo que era muy pobre muy pobre. Como las ratas. Se codeaba con gente pudiente y moliente. Y comía y bebía, hasta, tener bien llena la barriga…
Esa, gente pudiente y moliente tenía, tres… hijas…las metió en tres botijas…y las tapó con pez… ¿Queréis que os lo cuente otra vez? ¡Jope!... ¡ya empieza…! Sigue con la historia…y mi padre seguía…
Resulta que, el listo muy listo, se hizo novio de una de las hijas. Era muy guapa, muy guapa y buena muy buena…El rata, que era muy rata…estudió y comió todo lo que pudo y lo que guardó. Se fue a Madrid a terminar sus estudios.
Venía, llenaba la barriga y se iba. Y así el rata se la pasó… Y…  cuando terminó. Desapareció. Dejó a la novia guapa, buena y pudiente compuesta y sin novio…Y dijo... que no se podía casar con ella porque no quería que sus futuros hijos... corrieran la suerte de salir... con la enfermedad que portaba, la novia, en sus genes…
Y se marchó…Y se casó…Y tuvo cuatro hijos…los metió en cuatro botijos y los tapó con pez… ¿Queréis que os lo cuente otra vez?...Jóoo… ¿Si o no? Si, anda y qué pasó…que tres, de los cuatro hijos, nacieron con el síndrome de Dawn y la cuarta falleció con una enfermedad genética, en la adolescencia…
Nos quedábamos mudos de espanto y preguntábamos… pero… eso… es de mentira o de verdad…De verdad, cuando volvamos a Castro, te enseñaré dónde viven y  les haremos una visita. La casa está rodeada de árboles frutales, perales, manzanos, las higueras son enormes y por el camino recogeremos moras… y beberemos agua, en la fuente mineral… 


*Roy Rogers

*DON´T FENCE ME IN
Writer: PORTER, COLE

Oh, give me land, lots of land under starry skies above
*(1) Don’t fence me in
Let me ride through the wide open country that I love
Don’t fence me in
Let me be by myself in the evening’ breeze
And listen to the murmur of the cottonwood trees
Send me off forever but I ask you please
Don’t fence me in
Don’t fence me in

Just turn me loose, let me straddle my old saddle
Underneath the western skies
On my *(2) Cayuse, let me wander over yonder
Till I see the mountains rise
I want to ride to the ridge where the west commences
And gaze at the moon till I lose my senses
And I can’t look at hovels and I can’t stand fences
Don’t fence me in
Don’t fence me in 


Roy Rogers
DON´T FENCE ME IN:  Spanish

Oh, dame  tierra, un montón de tierra bajo el cielo estrellado 
No me cerquéis
Dejadme cabalgar  a través del  ancho y abierto país  que amo.
No me pongáis fronteras.
No me pongáis fronteras.
   
Dejadme ser yo mismo en la brisa de la noche
Y escuchar el murmullo de los álamos
Solo quiero perderme, dejad que  extienda  mi vieja silla bajo los cielos del oeste
En mí, *(2) Cayuse, dejadme vagar por allá
Hasta ver el surgir de las montañas
Quiero cabalgar hasta la cresta donde comienza el oeste
Y mirar a la luna hasta perder los sentidos
Yo no veo  las dificultades y no soporto 
Las vallas
No me pongáis fronteras.
No me pongáis fronteras.



*(1) Don’t fence me in:   No me cerquéis. No me encerréis. No me pongáis, vallas, cercas, alambradas, límites, fronteras.  
*(2) Cayuse: Tribu Amerindian, Blue Mountains, Oregon. Reconocidos por su riqueza en la cría y posesión de caballos.


María Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales   (Cantabria)