martes, 1 de noviembre de 2011

ESPÍRITUS BUENOS


En la calle de los, profundos, recuerdos…


No hacía falta que fuera día de difuntos para contar cosas, extraordinarias o milagrosas. http://www.youtube.com/watch?v=kfFbH9feYu8
Junto, con la cultura sajona tuve el privilegio de estar rodeada de la madre África. Doña, Alejandrina, supuso, un remanso de sosiego y alegría para mis terrores y angustias de niña-madre. Estaba, al cuidado de, mi hermana y cuando, no, conseguía calmar el insistente  llanto, me iba a todo correr, a casa de doña, Alejandrina. La cara de preocupación, decía todo. La, sabia, mujer, tomaba mí pequeña, la revisaba entera y me la devolvía, calmándome y diciendo, son gases, Martita, ha tragado mucho aire…y se reía… Nada,  voy a preparar, una manzanilla con anises y tú, le darás masajes, en la plantita de los pies.  
Era grandota, con unos enormes ojos castaños y unas manos capaces de consolar, al más afligido de la tierra. Vivía, cerca de  mi casa, bajando, la calle, Ana de Barros, a la izquierda. Su marido, se llamaba Don, Alejandro y era alto y delgado, con una sonrisa, impecablemente, blanca. Del color de las jaboticabas, sus perfumadas pieles y tan suaves y sedosas, como los coloridos  lazos de raso y  terciopelo que lucían sus moñitos. Una, interminable y entrañable  familia.
En días lluviosos, arribábamos, sin remedio, en casa de, Tito y Sueli, sus dos hijos pequeños. Por más atareada que estuviera, jamás, nos botó. Solo un sitio nos estaba, totalmente, prohibido bajo pena de expulsión perenne del acogedor refugio. Era, un pequeño barracon, a dos pasos de la casa, dónde, decía la vecindad, doña, Alejandrina, hacía macumba…

-No, os podéis imaginar qué, me pasó el día que doña, Alejandrina, me pescó espiando por entre las rendijas…Y… ni tan siquiera soñando adivináis… qué, creí ver, entre, vasijas, botes, baldes, tarros, plantas secas, piedras, plumas, lazos, estampitas de santa, Bárbara de san, Judas Tadeo…Me miraba sonriendo…nunca, le había visto tan feliz…-  

Según llegábamos,  nos íbamos acomodando. Sentados, alrededor, de la mesa o curioseando por doquier. Mientras, doña, Alejandrina, trajinaba, en la cocina, Creusa, tiraba de la plancha, Wilma, plegaba, la ropa, nosotros, Tito, Suelí, Waldir y Ángela… saboreábamos, los  bolinhos de fubá, recién salidos del horno, Sin ceremonias, como lo más natural, doña, Alejandrina, tenía esas dulces maneras de encandilar, al personal. En mis doce añitos, nunca me quedaba claro, si, la irresistible ganas de vivir para siempre, en casa de doña, Alejandrina, era por los pastelitos, por las ayudas de socorro o por las historias que nos contaba…    
Solía suceder a eso de las cinco y media de la tarde…y entonces, empezaban, las pequeñas historias familiares y los acontecimientos que habían marcado sus vidas. Doña, Alejandrina, se remontaba a gazapos de  bisabuelos y  recuerdos de la esclavitud…tenían marcas de los grilletes…y para divertirse y espantar su males, cantaban…y doña,  Alejandrina se ponía a musitar por lo bajito una canción…”Escravos
de Jó jogavam caxangá”… ella, decía “escravos con escravos” y no, “guerreiros con guerreiros” y aquellos que habíamos terminado de comer jugábamos,  con las canecas del café. Creusa, contaba sus particulares, anécdotas y pequeños, chistes.
Pero…irremediablemente, acabábamos dónde se había dejado, la vez anterior… ¿Y que pasó? Sí, ¿qué fue del Saçi Perere? ¿Volvió a aparecer? Y, doña, Alejandrina, abría, los ojos grandes muy grandes. Miraba para todos, los lados. Se agachaba. Nos llamaba para que fuéramos, donde,  estaba y cuando estábamos, todos, juntitos, muy juntitos, ponía, el dedo, en signo de silencio  y decía, despacito… despacito… No, os mováis… que el Saçi Pereré, está aquí…
Uiii…digo, ahora, pero en, aquellos, momentos  solo se escuchaba, el latir del corazón, en las sienes y un frío insoportable bañándote la nuca. Salíamos, del relato, pero, el Saçi Pereré, tardaba, mucho, en irse de nuestras cabezas…
Así, transcurrían nuestras vidas en aquellos años en  que éramos felices…y no lo sabíamos…
Ahora, a mis sesenta y tres años,  los  relatos de doña, Alejandrina, unos, de tradición oral, otros  hechos reales y en particular, las vivencias experimentadas, en el prohibido barracón, inevitablemente, me recuerdan  lo que,   últimamente, me esta pasando…
Cuando comencé, a investigar, los papeles que Jacinto, había dejado. ¡Ni por el forro pensé que iba a encontrar lo que encontré! Entre, las cartas  una,  repasa, sin perder hilo de quién era, la propiedad que, está, en la calle, Siglo XX, 14, antes, General San Jurjo. Era de sus abuelos, maternos, Jacinto Cortázar Urresti y Narcisa Zaballa Castañondo.
A medida que investigaba, el papeleo que, el difunto, había dejado en casa y desenredaba, la
madeja histórica, y sus  recovecos. Sucedieron, dos hechos muy significativos  y con, ellos, más documentación.  Desde que llegué a, Castro-Urdiales, en 1966, tengo por costumbre, visitar a mis muertos. Los abuelos paternos, Flora y Ángel, están enterrados, en el nicho, nº 91. Cuando puedo, les hago, una visitilla y en su santo, no, les falta flores de, ésta, su nieta-hija. El año que descubrí que,  Jacinto Cortázar Urresti,  no había testado, por lo que, la usurpación de la herencia a sus otros dos hijos es evidente.
Ese año… no he de olvidar. Compré un terreno. Tenía, otro, entre manos. Pero… compré ese… y no otro. En menos de 24 horas realicé,  la operación. A poco, me quedo sin, él, por tonterías. Pero, compré el terreno…
Ya, había entregado, la señal, tenía que echar un vistazo. A las cuatro iríamos, a Otañes. En cima de la mesa del salón, un montón de papeles que estaba ordenando. A la vista, la respuesta de la solicitud de últimas voluntades de, Jacinto Cortázar Urresti y, en el mismo sobre, los certificados enviados para el trámite. Miré de reojo, hasta que mis pupilas se fijaron, en el nombre del pueblo, donde, había nacido, Narcisa Zaballa Castañondo…Otañes. No sé porqué…pero me estremecí…y mis poros manifestaron el estremecimiento…  Al día siguiente, empecé a preguntar, a los mayores del pueblo, qué, me sabían decir de Narcisa.
Una prima de la suegra, me dijo que  la rama de, Narcisa Zaballa Castañondo, procedía de Otañes y que, les llamaban los Molineros porque eran dueños de un molino. Quiso decir, el nombre, con certeza, no sabía, si, se llamaba, el molino rojo del puente o el puente del molino rojo. De cualquier manera, no deja de ser, un buen título para una novela. Fui directa a la guía  telefónica, efectivamente, encontré ramas de la rama, sus orígenes y realidades y me puse en contacto…
Me fui enterando de más y más retales de la vida de la santa, Narcisa. Había  fallecido bastantes años, después, que su marido. Estuvo condenada a sufrir, el fallecimiento del compañero, la temprana muerte de su hijo, José. Al año, la muerte de su nuera. Tuvo la desgracia de tener, a su otro hijo, Chomin, en el penal de Santa María, luego exiliado, en África. Y, los cuatro nietos, hijos del fallecido José, lejos.
Según palabras del nieto, Narcisa Zaballa Castañondo, cargó con todo el trabajo de la casa. A la muerte del marido, se instalaron, en la vivienda del matrimonio, para siempre, Nicolò Lo Coco Cefalú y  Josefa Cortázar Zaballa. Los abuelos de Jacinto Lo Coco Cortázar, vivían,  en  calle, La Rua, 17, 2º piso. De primeras, comprado por Nicolò, luego donado y  registrado, a nombre del Ilmo., Excmo.,  Gaetano Lo Coco Cortázar, y que hace parte, del gran manjúa que tiene retenido, en su criminal buche, la Inmobiliaria Diodon S.A.
Y, ella, Narcisa Zaballa Castañondo, pobrecita, se quedó sola, en Castro-Urdiales, sin que nadie velara ni tan siquiera por sus huesos…
-¡Ilmo. y Excmo. Gaetano Lo Coco Cortázar, PORCO. El piso de la calle, La Rua, 17-2º y desván, te lo donó, tú, padre, Nicolò Lo Coco Cefalú, y aunque, el poder que te da la fuerza del dinero robado y el título que dices poseer…
Cualquier, mortal puede comprobar que lo que, aquí,  se dice, está, en el registro de la
propiedad de Castro-Urdiales. Que la juez no ha querido ver… ¡Ya verá! Que arrieros somos… ¿Otra vez se va a repetir la historia? ¿Robar en suelo español con la ley española, antes y ahora? ¡No!
Ilmo., y Excmo., Gaetano Lo Coco Cortázar, ex magistrado de la Audiencia de Roma. ¡PORCO!-

Porque resulta que, la prima, de la prima, de una vieja amiga de la familia, decía que habían tirado, el cadáver de, Narcisa, a la huesera…Fui a la parroquia para saber, en qué fecha se había celebrado, el entierro. El párroco de Castro- Urdiales, me ayudó en lo que pudo y, no, midió esfuerzos, en buscar, en los archivos y firmar el certificado. Con la misma, certificado de  últimas voluntades de, Narcisa Zaballa
Castañondo. No testó. A continuación,  al archivo municipal. Después, de idas y venidas, vueltas, contra vueltas y revoltijos. Tengo el certificado del archivo municipal de cómo, Narcisa  Zaballa   Castañondo, no    está enterrada, en el cementerio de Castro-Urdiales
De verdad, os prometo por mí, eterna, salvación que, no, creo pueda olvidar  ese año.
Llega tiempo de difuntos… el día de todos los Santos…. Como de costumbre, preparo, flores para todos los familiares y .allí, me voy…A Ballena, unos de los pequeños, cementerios, más, lindos y con solera artística del mundo, según, las enseñanzas de mí padre, el poeta, Ángel Cobo Hernández. http://www.youtube.com/watch?v=iGQv-4R4r4s
Año tras año, nada de particular. Limpiar, la morada  de mí progenitor, poner  flores, frescas o naturales, (no soportaba, las flores artificiales), rezar, charlar con los vecinos del pueblo y calmar las nostalgias en el, agradecido, ceremonial del recuerdo. Es, el, único, sitio dónde se ensalza, lo bueno, y, se corre un tupido velo,  indiscutible, tributo al que tienen derecho, los que tuvieron, a pesar de todo, el valor de vivir.
Sólo, se escuchan las graciosidades, peripecias, y bondades del santo, en cuestión… ¡Mira que era, chistoso!...Y… la vez que apareció vestido de Kun Fu… ¡Jo! Miguel…qué guapo y qué joven… Parece que les estoy viendo llamando a la clientela… ¡Oye! Soraya… a ver si vienes a pagar el, cuartillo…y tú, Fabiola, no te olvides…
Ese año, pero, sería diferente…Estaba,  junto al nicho de mis abuelos, rezando y recordando, los buenos momentos…De pronto, una fuerza que
no, sé explicar… dirige mis ojos  hacía arriba… Miro por mirar. ¡Vamos!! Que no era mi intención mirar… Y  de sopetón, leo, el nombre de Jacinto Cortázar Urresti…Me quedé contraída, gélida, con el corazón, a brincos y, aquella, sensación de nuca mojada… Cuando superé, el forzoso tránsito, me acerqué lo más que pude para ver si era verdad, lo que había leído, puesto, que, yo, sin gafas no puedo leer y estaba sin ellas…Me puse las gafas  yyy…y…
y…Buuu…eee…nooo…
Sí, estaba escrito, Jacinto Cortázar Urresti…  
…Y en aquel, momento  solo  escuché, el latir del corazón, en las sienes y un frío insoportable bañándome la nuca…
Llevaba más de cuarenta años visitando, a mis abuelos…y, casi, en cima de su nicho, en, el nº 85, está enterrado, Jacinto Cortázar Urresti.
A partir de entonces, a Jacinto Cortázar Urresti, no le falta,   unas flores…  ¡Qué les hubiera costado, a los cocodrilos poner a la santa,
Narcisa, junto a su marido, pobrecita…
¡Descansa en paz!



María Evangelina Cobo Zaballa
Castro-Urdiales   (Cantabria)